Tal vez hoy te vas a ir a la cama pensando cómo podrías haber respondido mejor a cada correo electrónico, pensando en que despues de revisar 10 veces ese informe, quiza te quedó faltando una ultima miradita... Por eso quiero darte 3 consejos para que sepas qué hacer con la presión de esa vocecita que se la pasa diciéndote cosas como:
"Eso no está listo"
"A esa persona no le va a gustar"
"Si revisas nuevamente, seguro encuentras el error"
Fotografía tomada de Freepik
Es cierto que esa voz nos empuja a alcanzar metas extraordinarias, pero a menudo a un costo emocional significativo. Aqui, entonces, te va mi pimer consejo. Es un punto de partida que va a calmar esa sensación de ansiedad cada vez que tienes un reto y sientes que nunca está terminado:
1.Cuando termines ese proceso creativo o esa tarea, cierra tus ojos, respira profundo 3 veces y di en voz alta esta frase:
“Suelto y confío, porque sé que he hecho lo mejor que he podido”.
De este modo aprendes aceptar el error y la vulnerabilidad como constantes en tu camino de la vida, cada cosa que haces es una experiencia que te lleva al autodescubrimiento, y ese es tu gran logro.
Acepta que el control que tienes frente a las situasiones y los resultados es limitado, pero que siempre esa buena intención con la que diriges tus acciones te traerá grandes recomensas.
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Esta sensación de confianza va a mejorar tu diálogo interno. Eso sí, nunca dejes de utilizar tus mejores virtudes en lo que haces, siempre con serenidad, confiando en que estás siendo en ese preciso instate tu mejor versión.
Antes de darte mi segundo consejo quiero contarte una historia.
Ana, una mujer de 35 años, acudió a mi Programa de Terapia porque sentía agotada, nunca lograba estar satisfecha con lo que hacía. cuando terminaba algo encontraba una manera, según ella, de mejorarlo, y esto le traía gran cansancio. No importaba cuántos éxitos profesionales acumulaba, siempre había una sensación de vacío.
En la sesión de hipnosis, que le realicé, Ana fue guiada a un estado de relajación profunda donde emergieron recuerdos de su infancia. Un episodio en el que su madre conversaba con la maestra de su hermano mayor en presencia de Ana. La maestra decía:
“David es muy organizado, le va muy bien en las diferentes áreas, casi nunca se le debe llamar la atención”
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Ana notó como su madre hacía gestos de satisfacción y gratitud. Todo esto sucedió justo en una época en la que Ana había desmejorado su rendimiento escolar y sus padres habían tenido que ponerse estrictos con ella. Ana me contó que sus padres eran amorosos y no solían hacer comparaciones entre ella y David, entonces te preguntarás qué fue aquello que marcó a Ana en ese momento tan profundamente.
Cuando somos niños nuestro más grande temor es perder el amor de nuestros padres, pues en nuestra mente subconsciente y arquetipos de subsistencia primarios, creemos que sí el más fuerte nos abandona, o ya no nos quiere, no vamos a poder sobrevivir.
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Ana en ese momento activó ese temor solo con leer los gestos de satisfacción que las acciones de su hermano generaban en su mamá. Cuando ella contrariamente, hacía poco, la había hecho enfadar o preocupar. Ana se sintió amenazada, y en su subconsciente creó la necesidad de garantizar la satisfacción de su madre para poder permanecer a su lado. Fue así como ancló ese patrón de una búsqueda de perfección en el que se ocupa por satisfacer a quienes ama, a quienes de alguna manera son importantes en su vida: pareja, jefes, familia…
Aqui te va mi segundo consejo:
2. Establece metas realistas, que sean alcanzables y alineadas con tus valores, en lugar de tratar de cumplir con expectativas externas.
Observa cómo Ana en su infancia solo experimentó un momento de crisis en su escuela, lo que es absolutamente normal en una niña, pero en su percepción infantil se sentía vulnerable a la aceptación de sus padres. Eso seguramente te sucede en tu vida adulta, te afanas por conseguir resultados que requieren un mayor proceso de aprendizaje, o para los cuales el error es un punto de inicio en la lógica del proceso. Era necesario entonces cambiar ese patrón subconsciente de Ana adulta, llevado por tantos años, en el que se obsesionaba por evitar el mínimo error en todo, lo que resulta imposible y agotador.
Asi que mi tercer consejo es
3. Reprograma tu mente. Ve a la raiz de aquello que te hace actuar de esa manera en las diferentes areas de tu vida.
Tu subconsciente almacena todas esas experiencias pasadas, y estas moldean cómo te percibes hoy. Una vez identificadas pueden ser transformadas con diferentes herramientas de Reprogramación Mental como sucede en los procesos de Hipnosis en los que el subconsciente es más receptivo a nuevas ideas y sugestiones. Durante aquella sesión de hipnosis, pude anclar en Ana nuevas creencias positivas que reemplazaron sus patrones limitantes. Se trabajó para cambiar la creencia de "No soy suficiente" a "Soy valiosa tal como soy".
Sin embargo, esas nuevas creencias necesitan ser reforzadas constantemente para que se conviertan en el nuevo programa que se ejecuta en tu subconsciente. Esto puede hacerse mediante afirmaciones, visualizaciones y Audios de Programación Mental diseñados con frecuencias y voces sanadoras.
Y por supuesto, Tú eres el cocreador de tu realidad, asi que solo tú puedes lograr que las herramienta te generen los beneficios para las que están diseñadas, y eso implica la creación de nuevos hábitos, nuevas formas de diálogo interno y de patrones de comportamiento.
Si antes Ana se esforzaba obsesivamente por ser perfecta en sus diferentes contextos, ahora se permite disfrutar del proceso, celebrar sus logros y aprender de sus errores sin juzgarse, y esto ha imlicado hacerse cargo de ella, en una autoobservación constante.
El perfeccionismo puede convertirse en una cadena invisible que te impide avanzar, atrapándote en un ciclo interminable de autoexigencia y ansiedad. Así que la próxima vez que sientas la ansiedad que te genera, recuerda que al final del día, la verdadera perfección radica en ser genuinamente humano y en abrazar cada parte de tu experiencia con todas sus maravillas y desafíos. Te acompaño a ver tu grandeza, incluso cuando sientas que te equivocas.
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