Imagina esto: son las 6:00 a.m., el despertador acaba de sonar y mientras luchas por abrir los ojos, tu mente ya está repasando la interminable lista de pendientes del día. Te prometiste a ti mismo que hoy comenzarías a meditar, pero justo ahora parece una misión imposible entre preparar el desayuno, revisar notificaciones y llegar a tiempo al trabajo. ¿Te suena familiar? Pues prepárate, porque estoy a punto de demostrarte que hasta los días más agitadas pueden tener un espacio para conectar contigo mismo.

Fotografía tomada de Freepik
Lucía es gerente de proyectos en una empresa multinacional. Tiene dos hijos y un marido que aunque amoroso, también está sumergido en su propio mundo laboral. Con Lucia llevábamos un proceso casi de 2 meses en el Programa Evoluciona, un acompañamiento individual en el que estábamos tratando su amor propio.
Después de un tiempo en el que ya habíamos realizado Hipnosis para sanar heridas de su infancia y luego de que hicimos un proceso de Reseteo Celular para mejorar sus síntomas de salud, le dije que era hora de que empezara a meditar, para seguir anclando en sus sitema todo lo que habíamos reprogramado y para que en cada momento de su vida pudiera transitar sus crisis de mejor manera en procesos de conexión interior. Pero la respuesta de Lucía fue:
“Sergio, pero en el día no tengo tiempo ni para respirar ”.
En la siguiente cita de Mentoría le permití descubrir que su problema no era realmente la falta de tiempo, sino un conjunto de creencias limitantes y patrones mentales arraigados, que la hacían actuar sin que ella misma fuera su prioridad. Lucía había crecido en un entorno donde la productividad era sinónimo de valía personal. Desde pequeña, se le inculcó que descansar era “perder el tiempo”. En su vida adulta, esto se tradujo en una agenda que siempre estaba llena, pero que no necesariamente le daba satisfacción. Reflexionamos sobre cómo esta programación mental la llevaba a priorizar todo excepto su propio bienestar. ¿Te resulta familiar?
¡La meditación no es un lujo, es una necesidad!
Numerosos estudios respaldan que dedicar solo 10 minutos al día a esta práctica puede reducir el estrés, mejorar la concentración y potenciar la inteligencia emocional. Además, desde la perspectiva de la Sanación Bioemocional, la meditación ayuda a liberar emociones reprimidas que, de otro modo, podrían manifestarse en el cuerpo como dolencias físicas.
Aquí te doy 5 herramientas esenciales para organizar tu agenda y meditar
Reprograma tus creencias sobre el tiempo: Identifica y desafía esas creencias limitantes que te hacen pensar que “no tienes tiempo”. Usa afirmaciones positivas como: “Siempre encuentro tiempo para lo que es importante para mí”. La hipnosis también puede ser una herramienta poderosa para reprogramar tu mente subconsciente y abrir espacio mental para nuevas prioridades.
El poder de los microhábitos: Comienza con pequeños momentos de meditación. Dedica 3 minutos por la mañana antes de revisar el teléfono. Cuando este microhábito se integre, amplíalo progresivamente. Esto evita que te sientas abrumado desde el inicio.
Planifica tu día desde el corazón: Antes de llenar tu agenda con compromisos externos, bloquea al menos 10 minutos para meditar. Desde la Sanación Bioemocional, se entiende que escuchar a tu corazón y priorizar el autocuidado genera equilibrio emocional y físico.
Fotografía tomada de Freepik Desintoxica tu agenda Pregúntate: “¿Esta actividad realmente aporta valor a mi vida?” Aprende a decir “no” a compromisos innecesarios. En el caso de Lucía, redujo sus reuniones laborales a las estrictamente esenciales y descubrió que el mundo no se acabó.
Usa anclajes emocionales: Diseña un espacio especial para meditar, aunque sea una esquina de tu sala. Puedes incluir velas, inciensos o una música suave. Este espacio funcionará como un recordatorio visual de tu compromiso contigo mismo. Además, cada vez que te sientes a meditar, refuerza el pensamiento: “Este momento es sagrado”.
Con estas herramientas, Lucía logró integrar la meditación en su vida diaria. Y, curiosamente, notó que su productividad aumentó. “Ahora entiendo que la calma no es inactividad, sino acción consciente”, me dijo.
Si Lucía pudo encontrar tiempo en medio de su caos, tú también puedes. La meditación no es solo una práctica, es un acto de amor propio. Organizar tu agenda para darle espacio no es una tarea más, es un regalo para tu mente, tu cuerpo y tu alma. ¿Estás listo para darte ese regalo? ¡Te escucho!
Comments